El caso del Endosulfán en España.
El Endosulfán es el pesticida organoclorado que ocupa, hoy día, el primer lugar en consumo en los países industrializados. A diferencia de otros organoclorados "históricos" su uso es frecuente y su empleo en áreas agricultura intensiva en la península Ibérica es una práctica habitual (Olea y cols., 1.996; Olea y cols., 1.999).
En 1.994 Soto y cols. Presentaron el primer informe sobre la estrogenicidad del endosulfán al demostrar que este ejercía un efecto proliferativo sobre células de cáncer de mama mantenidas en cultivo, y que este efecto era comprable al inducido por el estradiol, estrógeno natural. Informes posteriores han confirmado esta observación por lo que endosulfán se clasifica hoy entre los pesticidas estrogénicos con capacidad disruptora endocrina (Soto y cols., 1.995; Vornier y cols., 1.996; Jin y cols., 1.997; Andersen y cols., 1.999). El consumo de cantidades importantes de endosulfán en el medio agrícola ha provocado que su presencia medio ambiental sea cada vez más frecuente. En aquellos trabajos en los que se ha buscado expresamente la persistencia de endosulfán como contaminantes de alimentos, aguas, aire o suelos se ha puesto de manifiesto que hoy día ocupa uno de los primeros lugares en cuanto a concentración y porcentaje de muestras positivas, en muchos casos comparable a la positividad del DDT y sus metabolitos. De hecho los informes científicos sobre la presencia de este pesticida en medio ambiente son un tanto preocupantes. Por ejemplo, endosulfán es el pesticida más frecuentemente encontrado en el análisis de aguas superficiales realizado en Almería (Fernández Alba y cols., 1.998) y en la Comunidad Valenciana (Hernández y cols., 1.996). En el primero de los casos, los estudios de vigilancia llevados a cabo en tierras almerienses durante un año sirvieron para demostrar la presencia y cuantificar la concentración ambiental del endosulfán alfa, beta y sulfato que se mueve en el rango de 0.5-540 ng/l (Penuela y Barceló, 1.998). estos datos parecen confirmar la ubicuidad del pesticida previamente denunciada por Seba y Snedaker (1.995) que refieren a endosulfán como el pesticida más frecuentemente encontrado en la capa superficial de las aguas marítimas.
No sólo en aguas, también en los estudios de calidad del aire se ha determinado la presencia del endosulfán junto a otros organoclorados. Tal es el caso del trabajo recientemente publicado en el que se establece una comparación entre la calidad del aire en dos zonas bien diferenciadas, el Parque Nacional de Ordesa y Monteperdido y un vertedero industrial en Sabiñánigo (Nerin y cols., 1.996). El endosulfán alfa, junto con lindano, hexaclorohexano alfa y hexaclorobenceno, fueron encontrados en todas las muestras tomadas en el Parque Nacional en concentraciones comprendidas entre 70 y 3.076 pg/metro cúbico, hecho que confirma la ubicuidad del residuo de este pesticida. Desde el punto de vista de la exposición humana, tanto con carácter laboral como medio ambiental, es cada vez más frecuente encontrar al pesticida endosulfán en las listas de organoclorados incluidos en las muestras, aunque desgraciadamente en otros trabajos de indudable mérito no fueran seleccionados para estudio (Espigares y cols., 1.997). tanto la intoxicación aguda (García Repetto y cols., 1.998) como la exposición crónica han sido motivo de investigación.
Trabajos recientes han establecido las curvas de disipación del endosulfán alfa, beta y sulfato en el aire de los invernaderos (Vidal y cols., 1.996) y la absorción del pesticida en los films de plástico utilizados para cubrir los suelos agrícolas (Nerín y cols., 1.996). Es interesante hacer notar que este último trabajo demuestra que una vez absorbido el endosulfán permanece en el plástico sin que sufra ningún proceso de degradación, hecho que debe atraer la atención sobre el proceso de reciclamiento de plásticos y la manipulación de este material contaminado.
En lo que respecta a los trabajadores profesionalmente expuestos Delgado y cols., (1.994) estudiaron la exposición dérmica y respiratoria de los trabajadores y Arrebola y cols., (1.999) han publicado recientemente un estudio sobre la excreción urinaria del endosulfán. Tanto endosulfán alfa como beta fueron encontrados en la orina en concentraciones situadas entre 2.239 y 5.368 pg/ml. Loas estudios de exposición a pesticidas en el área de agricultura intensiva almeriense no son nuevos y se mueven entre la medida de la excreción de los compuestos químicos y sus metabolitos y la estimación de los cambios clínicos y bioquímicos objetivados (Parrón y cols., 1.996). La exposición de la población general establecida en áreas eminentemente agrícolas han sido también documentada (Rivas y cols., 1.998; Olea y cols., 1.999). Por ejemplo, en la población infantil de Murcia y granada se encontró el residuo de endosulfán y algunos metabolitos en el 40% y 30% de las muestras de grasa analizadas, respectivamente. Es sorprendente, por otra parte, que al residuo de este pesticida le acompañan otros de compuestos químicos cuyo uso fue prohibido hace décadas. La persistencia medio ambiental de esos organoclorados y la exposición materno-infantil pudiera ser una explicación aceptable para tal exposición.
Trabajos muy recientes han llamado la atención sobre los riesgos para la salud infantil derivados de la exposición intrauterina y durante los primeros meses de la vida, fundamentalmente a través de la lactancia, de niños nacidos de madres profesionalmente expuestas. Las sospechas de una distribución geográfica de una típica alteración del desarrollo genitourinario conocida como criptorquidia o no-descenso testicular denunciada por García Rodríguez y cols., en 1.996, han sido robustecidas por los trabajos de Weidner (1.998) y García (1.999). Si en el primer de los casos se denunciaba el riesgo de padecimiento de la enfermedad en niños nacidos en áreas de gran empleo de pesticidas, cuando se comparaba con municipios con un consumo significativamente menor, el trabajo de Weidner asociaba la actividad laboral materna con el riesgo de dar a luz un hijo sin descenso testicular. El trabajo de García y cols., (1.999), por último, ha servido para asociar la exposición agrícola de las madres durante el mes previo a la concepción y los tres primeros meses de embarazo con el mayor riesgo de malformaciones congénitas en los recién nacidos.
En lo que respecta a los adultos, las fuentes de exposición de la población agrícola general al organoclorado endosulfán pueden ser variadas. Como se ha dicho, existe, de una parte el contacto directo y la inhalación por aquellos individuos total o parcialmente expuestos. De otra, la contaminación de ropas y utensilios utilizados durante los tratamientos agrícolas que son llevados a la residencia del trabajador. Importante también es la exposición alimentaria a través del residuo del pesticida y la contaminación de las aguas de bebida.
Por estas razones ha merecido la atención durante estos últimos años el estudio de la exposición alimentaria al endosulfán. En Aragón se realizó un estudio con objeto de determinar el residuo de 21 organoclorados en la dieta, encontrándose que HCB, lindano, DDT y sus metabolitos y beta endosulfán eran los contaminantes habituales (Lázaro y cols., 1.996). A este respecto es llamativo, por ejemplo, que el informe de Gunderson (1.995) sobre el residuo de pesticidas en la dieta americana demuestre que el endosulfán se encuentra en el 7% de los alimentos investigados que corresponde a una serie de 4.914 muestras y ocupa el primer lugar entre los pesticidas clasificados en el grupo de los disruptores endocrinos seguido de cerca por el residuo de DDT y más lejanamente por el dieldrín toxafeno y el metoxicloro.
Hortalizas cultivadas en invernaderos (Aguilera del Real y cols., 1.997) y naranjas (Torres y cols., 1.996), entre otros cultivos muy diversos, han sido motivo de análisis y estudio para investigar las curvas de eliminación del organoclorado, demostrativas del interés de la comunidad científica por este pesticida. De hecho estos trabajos no hacen si no anticipar la preocupación creciente sobre el residuo de endosulfán en muestras de muy distinto origen, como es el caso de las carnes contaminadas por este pesticida en Australia y las graves consecuencias que ha tenido sobre la exportación.
Muestras de sangre y tejido adiposo humano, tomados de individuos provenientes de áreas donde se ha desarrollado la agricultura intensiva, también han sido motivo de estudio con objeto de investigar la impregnación interna de la población con el residuo de diversos pesticidas y el riesgo de padecimiento de cáncer de mama (Rivas y cols., 1.998). La presencia de op'DDT, pp'DDT, DDE, endosulfán, clordano y metoxicloro fue confirmada en aquellas muestras en que se determinó un exceso de actividad hormonal de carácter estrogénico. Precisamente es esta estimación de la carga hormonal exógena el factor que con mayor fiabilidad identifica el riesgo de padecimiento de la enfermedad tumoral mamaria.
Pero aún así, el caso de endosulfán es un buen ejemplo de la lentitud por parte de la Administración, científicos y productores en dar una respuesta a un problema anunciado. Ha costado años de seguimiento y esfuerzo de diversos grupos de trabajo interesados en una particular forma de toxicidad crónica el acumular la evidencia necesaria para que endosulfán sea considerado un pesticida organoclorado, xenobiótico estrogénico y con una presencia medio ambiental tremendamente importante (Olea y cols., 1.996; Olea y cols., 1.997; Olea y cols., 1.999). Tal evidencia es difícil de conseguir, máxime cuando los ejemplos nos advierten el efecto tardío, dilatado en el tiempo. En casos como éste, más que nunca, el principio de precaución debería ser una premisa de decisión en la mente de todos.