Disruptores endocrinos.
La capacidad de contaminantes medio ambientales, en general, para interferir en la función endocrina fue establecida hace más de 30 años cuando se asoció la caída en la población de pájaros piscívoros en los Estados Unidos debido a problemas reproductivos graves provocados por el p,p- DDE, un metabolito del pesticida organoclorado DDT (Hickey y Anderson, 1.968; Heath y cols., 1.969). El problema inmediato fue parcialmente resuelto con la retirada del pesticida en 1.972, aunque observaciones posteriores, tanto en el laboratorio como en el campo, indican que el DDT y otros pesticidas organoclorados, continúan impregnando poblaciones expuestas debido a su persistencia medioambiental, bioacumulación en tejidos y transmisión dentro de la cadena alimenticia.
Otras observaciones medio ambientales relacionadas con la exposición masiva de poblaciones animales han ayudado a entender el problema de la disrupción hormonal. Son múltiples ejemplos recogidos en la literatura científica. Sirva de muestra lo ocurrido con la población de caimanes del lago Apopka en Florida, que resultaron accidentalmente expuesto al pesticida dicofol/keltano, tras un vertido accidental en 1.980. Diez años más tarde la población de caimanes había descendido significativamente, había aumentado la mortalidad en los huevos y la mitad de las crías nacidas languidecían y morían antes de los diez días. Se encontraron hembras adolescentes que tenían anormalidades severas en los ovarios y presentaban niveles de estrógenos en sangre dos veces más altos de lo normal. Los caimanes jóvenes machos estaban fuertemente feminizados, presentaban penes anormalmente pequeños y tenían niveles de estrógenos más altos en su sangre que los normales. Las investigaciones llevadas a cabo sirvieron para concluir que los productos químicos que fueron vertidos al lago habían alterado el sistema endocrino de los embriones, limitando la capacidad de los caimanes para reproducirse y dado lugar a las malformaciones descritas (Woodward y cools., 1.993; Guillette y cols., 1.995).
Más recientemente, en 1.993, se publicó por primera vez la observación experimental relativa a los desórdenes de expresión del fenotipo sexual en peces. Los peces machos capturados en las cercanías de plantas de tratamiento de aguas residuales en algunos ríos ingleses presentaban características sexuales femeninas. Además, se observó la producción de la proteína vitelogenina en el hígado de los peces macho, hecho altamente anormal ya que se trata de una proteína sintetizada en el hígado de las hembras como respuesta a una señal estrogénica. Varias sustancias químicas, especialmente los alquilfenoles encontrados en detergentes y plásticos fueron entonces identificados como responsables de causar estos efectos feminizantes (Jobling y cols., 1.993).
Trabajos muy recientes han llamado la atención sobre los riesgos para la salud infantil derivados de la exposición intrauterina y durante los primeros meses de la vida, fundamentalmente a través de la lactancia, de niños nacidos de madres profesionalmente expuestas.
Numerosos estudios han asociado las patologías reproductivas y endocrinas observadas en distintas especies animales con la exposición a compuestos con actividad hormonal contaminantes medio ambientales (Colborn y Clement, 1.992; Davis y cols., 1.993; Colborn y cols., 1.993). Entre los efectos evidenciados figuran alteraciones de la función tiroidea en aves y peces, disminución de la fertilidad en aves, peces, moluscos y mamíferos, disminución de la eficacia en el proceso de incubación en peces, aves y tortugas, desmasculización y feminización de peces machos, aves y mamíferos, desfeminización y masculización de peces hembras, gastrópodos y aves y finalmente alteraciones del sistema inmune en aves y mamíferos.
Quizás una de las alteraciones mejor tipificadas en España corresponde a la masculización tan acusada que presenta gastrópodos y moluscos en aguas marítimas de Galicia (Ruiz y col., 1.998), Cataluña (Morcillo y cols., 1.998) o Huelva (Gómez Ariza y cols., 1.998) y que se asocia de forma inequívoca en la exposición a tributiltín y otros derivados del estaño utilizados como anti-algas que tiene en modelos in vitro/in vivo una actividad hormonal bien documentada.
El término disruptor endocrino sirve, en la actualidad, para definir a cualquier compuesto químico, contaminante medio ambiental, que una vez incorporado a un organismo vivo afecta al equilibrio hormonal. Aunque cualquier sistema hormonal puede verse implicado en esta alteración., la información disponible sobre la disrupción hormonal causada por los agonistas/antagonistas de las hormonas sexuales femeninas estrógenos, es cualitativa y cuantitativamente muy superior (Olea y cols., 1.996; Pazos y cols., 1.998; Olea y cols., 1.998).
Aunque las pautas de presentación de los efectos causados por los disruptores endocrinos varían de una especie a otra y son específicas de cada sustancia química, pueden formularse cuatro enunciados generales (Statement from the work session on health effects of contemporary-use pesticides: the wildlife/human connection, 1.999): 1. Los efectos de los contaminantes pueden ser distintos sobre el embrión, el feto, el organismo perinatal o el adulto. 2. Los efectos se manifiestan con mayor frecuencia en la progenie que en el progenitor expuesto. 3. El momento de la exposición en el organismo en desarrollo es decisivo para determinar el carácter, la gravedad y su evolución. 4. Aunque la exposición crítica tenga lugar durante el desarrollo embrionario, las manifestaciones pueden no ser evidentes hasta la madurez del individuo.