Musk Swasticar

La historia es cíclica. Una y otra vez, los mismos errores se repiten bajo diferentes nombres y con nuevos actores. Lo que ocurrió en Alemania en la década de 1930 tiene paralelismos inquietantes con lo que estamos viviendo hoy en día en muchos países del mundo, pero especialmente en Estados Unidos, donde la extrema derecha ha encontrado en Donald Trump a su líder más mediático y peligroso. La historia nos advierte: lo que pasó con Hitler no fue un accidente, sino el resultado de una estrategia bien diseñada de manipulación y propaganda. Y hoy, estamos viendo lo mismo, pero con herramientas más sofisticadas.

Cómo la propaganda hizo grande a un mediocre

Adolf Hitler no era un genio. Era un hombre mediocre, sin habilidades políticas brillantes ni carisma innato. Sin embargo, su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, supo convertirlo en un mito. A través de discursos incendiarios, control de la prensa y la difusión de mentiras repetidas hasta el cansancio, convenció a millones de alemanes de que Hitler era la única solución a sus problemas. Se creó un enemigo común (los judíos, los comunistas, los periodistas, los intelectuales) y se usó el miedo como herramienta de dominación.

Hoy, en pleno siglo XXI, los medios de comunicación y las redes sociales han hecho lo mismo con Trump. Elon Musk, con su multimillonaria fortuna, ha convertido Twitter (ahora X) en un campo de batalla donde la desinformación campa a sus anchas. A través de noticias falsas, teorías de la conspiración y discursos de odio, se ha impulsado la figura de Trump como un salvador que lucha contra enemigos imaginarios: inmigrantes, medios "progres" y el "estado profundo".

Deportaciones y persecuciones: ayer y hoy

Uno de los primeros pasos del nazismo fue empezar con medidas "sutiles" contra los judíos. Primero, se les marcó como enemigos. Luego, se aprobaron leyes que les quitaron derechos. Más tarde, vinieron las deportaciones masivas. Y al final, el Holocausto. No sucedió de la noche a la mañana. Fue un proceso gradual donde la gente, por miedo o indiferencia, miró hacia otro lado.

Hoy, en Estados Unidos, estamos viendo cómo se repite el mismo patrón con los inmigrantes. Primero, se les demoniza en los discursos. Luego, se aplican leyes más duras. Ahora, se están llevando a cabo deportaciones masivas de familias enteras. ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Hasta dónde se permitirá que avance este odio antes de que sea demasiado tarde?

El peligro de mirar hacia otro lado

Martin Niemöller, un pastor alemán que vivió la persecución nazi, dejó una advertencia que sigue vigente:

"Primero vinieron por los socialistas, y no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas, y no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos, y no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí, y ya no quedaba nadie que hablara por mí."

Hoy, podríamos actualizarla: primero van por los inmigrantes, luego por los periodistas, luego por los opositores políticos. ¿Y después? La historia nos enseña que el odio nunca se detiene solo. Si no se le pone freno, se convierte en una máquina imparable de destrucción.

La lección que no aprendimos

Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Ya sabemos cómo termina esta película si nadie la detiene a tiempo. No se trata de política, de izquierdas o derechas. Se trata de humanidad. Si permitimos que el odio siga ganando terreno, si nos dejamos llevar por discursos vacíos y promesas falsas, corremos el riesgo de caer en un abismo del que será difícil salir.

Es hora de despertar. No podemos permitir que el pasado se convierta en nuestro futuro.

 ¿Y tú?, ¿qué piensas?. ¡Déjame un comentario!.

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