Desde el acertijo de la Esfinge, muchos son los enigmas que ha resuelto el hombre y muchas las adivinanzas que ha tenido que descubrir para conocer la tradición o el pensamiento de la Humanidad.
Sin embargo, el mayor enigma de la historia sigue sin ser resuelto: ¿que ocurre en la mente de una persona, que para atacar a otra, recurre al asalto verbal contra un niño?
Un niño es sagrado, no sólo el propio, también los de los demás. Es vil arremeter contra alguien indefenso y protegido por la ley, para poder hacer daño a una madre, a un padre, a una familia y a una sociedad. ¿Qué misterio guarda la razón, maldad, odio o rencor? Me temo que todo.
Pensé que el cabreo post electoral, solo iría dirigido a quien se pudiera defender de los ataques machistas, misóginos y rencorosos de alguien que ha demostrado en infinidad de ocasiones, que el respeto y la educación no forman parte de su vida, por muchas máximas que envíe a la nube.
Incluso se puede plantear aceptar como excusa, por un posible empacho etílico en las fiestas religiosas, que las palabras “desafortunadas” que empleó, al querer ver arder entre las llamas, supongo que del infierno, a todos los que estaban dentro del chiringuito del partido político de la entonces oposición, no era más que eso, una cogorza del carajo, que hizo que la lengua se le desatara.
También se le ha “tolerado” que en temas sumamente serios y problemáticos, sus chanzas sin gracia, irrumpieran creando un clima de asombro y perplejidad, donde la vergüenza ajena no suple la falta de vergüenza del chistoso.
Se pueden decir mil tonterías y hacer mil barbaridades, una persona adulta tiene que ser responsable de sus actos, pero cuando la sandez se desmadra y el desvarío toma cauces sin control, hay que poner en aviso a todo aquel que no sepa cuánta maldad puede tener un alma sañuda.
A un niño no se le señala, no se le acusa, no se le daña, no se le levantan falsos actos. ¿Con qué autoridad se cree el acusador para semejante bajeza?
En estos tiempos digitales hay una nueva palabra que cada vez toma más relevancia, el bullying, un anglicismo odioso, que si entre jóvenes es indignante, de adultos a jóvenes es repugnante.
¿Estamos hablando de acoso? Esto no es una adivinanza.
La foto es de Pixabay.