El grupo de teatro de la Asociación Cultural La Brecha, ha presentado una nueva obra teatral: “La molinera de Arcos”. Ha sido una tarde calurosa de primavera, y a tenor de los saludos escatológicos de la entrada al Centro de Dia, se presagiaba lo que esperaba dentro.
Empezamos tarde, había pocos días para ensayar, la obra era complicada, el trabajo diario de los miembros del grupo… pero como se suele decir, no hay mejor recompensa del esfuerzo realizado, que ver el patio de butacas con lleno total y un trabajo más que satisfactorio.
Suelo ser muy crítica con nuestro trabajo, sin embargo, cuando algo se hace con el corazón y todos ponemos alma, corazón y vida, como dirían los Panchos, se olvidan los trasnoches, las tensiones y en definitiva, todos somos uno.
Es difícil elegir una obra de teatro y mucho más complejo, cuando cada año hay más personas que se quieren unir a este apego por las candilejas. Afortunadamente, en este Llano nuestro, hay magníficos actores y actrices, de nuestra asociación y de los demás grupos que también hacen una labor encomiable por el teatro.
Este año le hemos hecho un guiño a la reflexión política y a la reforma pedagógica de la moral, que Alejandro Casona hizo con “La Molinera de Arcos”, inspirándose en “El sombrero de tres picos” de Pedro Antonio de Alarcón.
Hay que meterse en la piel de una mujer del XIX para comprender los prejuicios y las injusticias que se podían hacer contra ella, ya sea por su condición social o por su desenvoltura, que fácilmente podían confundir con “ligereza de cascos”. Por supuesto todo eran convencionalismos.
Desde el lado cómico de un tema comprometido, hemos conseguido las dos cosas fundamentales que nos proponemos al hacer una obra de teatro: Pasar un rato divertido, agradable y tocar un tema con trasfondo moral y social.
Por eso quiero agradecer a mis compañeros, una vez más, la dedicación y el compromiso demostrado. Para los “veteranos”, el agradecimiento de la disposición demostrada cada vez que comenzamos un nuevo proyecto. Para los “noveles”, mi total reconocimiento por enseñarnos la humildad con la que hay que vivir algo tan especial como es una representación teatral, aún siendo de aficionados y el logro de perder el miedo ante un público cada vez más exigente y entregado.
Mil gracias a Ana, Carlos, Antonio, Elsa, Gracia, Mari, Pili, Zamora, Jose, Nieves, Jose Luis, Jorge, Antonio y Marian.
Nada de esto sería posible sin la ayuda y paciencia de Sabrina, sin los conocimientos técnicos de Pablo y sin el alma mater del grupo, Chiqui, valedora de este milagro.
Se cierra el telón hasta que un nuevo sueño, haga posible que se vuelvan a encender las candilejas y nos encontremos en el mundo mágico del teatro.
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