Ya se ha ido. Dejaré la casa recogida y me iré al trabajo. Antes me tengo que arreglar un poco, en el trabajo se darán cuenta y no quiero que me pregunten. Además, él se pone un poco tenso si preguntan como estoy.
El de hoy no se nota... un poco de maquillaje ya está.
No sé qué le ha podido pasar para que se enfade así, lo he hecho todo como a él le gusta. Los niños no le han molestado y la comida estaba preparada. Quizás ha sido cuando ha llamado mi madre, sí ha tenido que ser eso. No volverá a ocurrrir, le diré a mamá que no me llame a esa hora. Es cierto, no me puedo entretener en hablar tanto rato por teléfono cuando él está en casa esperando para comer. Soy muy descuidada y me merezco que me regañe así, tengo que ser más atenta con él.
Elena me ha dicho hoy que porqué sigo aguantando todo esto, pero ¿no entiende que no puedo vivir sin mi marido?. Es tan cariñoso cuando quiere, sobre todo después de nuestras peleas.... Me regala flores y salimos a cenar y me cuida las heridas. Me dice que fué sin querer, que lo perdone. Claro que lo perdono. No me atrevo a llevarle la contraria, a veces se pone agresivo y me da más miedo.
Pero en los momentos buenos, sobre todo antes de casarnos y de tener a mis niños, era encantador, amable, siempre estaba pendiente de mí. Muy pocas veces nos enfadabamos, sólo cuando me ponía alguna ropa que a él no le gustaba. Por supuesto yo me la quitaba, ¿donde iba con esa pinta? ¡Cuanta razón tenía! No era adecuada para mí. Y de todas formas ya mis amigas no me llamaban para salir, dejaron de hacerlo cansadas de mis negativas, así que la ropa era lo de menos. Ellas no entendían que necesitaba estar con él, sólo con él.
Desde hace días, no sé cuántos, he perdido la noción del tiempo, me pega más de lo acostumbrado, por cualquier cosa hace que mi cara explote y mis piernas ennegrezcan. Pero no sé porqué, si soy la misma de siempre. Eso fué lo que me dijo ayer: “Estoy harto, me aburres, eres la misma de siempre, no aguanto tus lloriqueos”. Yo intento no llorar delante de él y de los niños, pero igual es porque no me maquillo y se nota.
Hoy he visto en las noticias que han matado a cuatro mujeres. A mí no me puede pasar eso, él no me haría algo así, lo sé. Creo que después de todo, me quiere aunque sea un poco.
Pero me da miedo, y estoy cansada, muy cansada. A veces pienso que es cierto, no se puede vivir con esta incertidumbre, con este miedo. Tampoco puedo irme, ¿a donde iría?, Él no lo permitiría, ¿me perseguiría, me buscaría?
Me lo ha dicho muchas veces, “No te vayas, no me puedes dejar”. Es verdad, no puedo destrozar su vida. Parece tan indefenso cuando me pide perdón y me jura que no volverá a ocurrir....pero vuelve a ocurrir, siempre olvida su juramento.
Hoy tengo que llegar antes que él, no tengo que recoger a los niños y podré preparar una comida especial: es nuestro aniversario, ¿se acordará?.
La mesa está lista y yo también, le voy a regalar una botella de vino, el que le gusta. Suena el ascensor. Las noticias están diciendo que han matado a otras dos mujeres, me estoy poniendo nerviosa. No tengo porqué, mi marido no haría algo así nunca, ¿verdad?. La puerta se está abriendo. Ninguna de las mujeres pusieron denuncias a sus parejas, dicen en la tele. Me está llamando, iré antes de que grite, seguro que me trae flores.
Cuántos años han pasado, ¿quince?, sí han sido quince.
Parece que fué ayer cuando me prometió amor, respeto... hasta que la muerte nos separe.
No ha sido un beso, la cara me arde ¿que ha pasado?.
Me está gritando que la comida se está quemando. ¡No!. ¡Es imposible!, le digo.
Pero no me deja hablar, dice que no hago las cosas bien, que siempre me tiene que decir cómo las tengo que hacer.
Inútil, vaga, vieja... ¿de verdad soy todo eso?.
No me golpees, es nuestro aniversario, ¿no te acuerdas?.
Las noticias siguen hablando de esas pobres mujeres. No consigo ver con las lágrimas. Deja de llorar, a él no le gusta que llores. Es sangre, ¿de donde es tanta sangre?. Ha cogido un cuchillo de la cocina y está manchado de sangre.
Se habrá hecho daño...
Pero me duele a mí...
Me duele el pecho y la espalda...
Me quiero tumbar un poco, no me encuentro bien, hoy ha sido peor que otros días...
No deja de gritar y de clavar el cuchillo...
Quizás no se da cuenta de lo que me está haciendo...
Ya mismo parará y me abrazará...
¡¡¡No me grites, por favor!!! Deja el cuchillo...
Ahora me limpiará y me dirá que lo siente...
Ya no me duele...
Me ha curado las heridas, estoy bien, en paz...
Ya no me tendré que preocupar más...
Mi cuerpo me da un respiro y no se lamenta...
Me mira de una forma extraña, como si no me reconociera...
Como si no estuviera...
Foto: Angeles Más Vila con licencia Creative Commons.