Muy pocas veces confluyen dentro de los muros de nuestra querida Iglesia Vieja, la posibilidad de un acto cultural y una noche templada. Pero el veinte de agosto con motivo del II Festival de Jazz, no sólo fue una noche estrellada y cálida, sino que la calidad de las bandas que nos visitaron era buena, muy buena.
La velada comenzó con la voz y el bajo del Dúo Zirvia. Una voz sensual que arrastra las notas de los Fados, el Tango, la Bossa Nova y el Jazz. La soledad del bajo de Pepe Triano y la suave voz de Silvia Requena, permitieron que canciones conocidas por todos, tomaran un cariz más intimista y renovado, envolviendo las ruinas de la iglesia con notas dulces y evocadoras. Sesenta minutos de reminiscencias portuguesas, de puertos argentinos y de noches parisinas, nos dejó este dúo de músicos que recorren las provincias andaluzas desde 2008.
Desde tierras jienenses llegó la banda Maldito Swing y las viejas piedras de nuestro emblema, temblaron. La exuberancia de Sara López, ayudada por el resto de malditos, sacudió la tranquila noche de verano. La mezcla de rock y funk, hizo de esta banda un huracán para todo el que quiso entrar en ese torbellino de ritmo y buena música.
La noche avanzaba y la llegada de Anita Franklin, puso la nota cálida y tranquila. El soul, el jazz o el blues eran sus cartas de presentación. Parecía que la iluminación colorista de la noche, quería acompañar a Anita en esos mundos maravillosos de los que nos hizo disfrutar a todos.
Hubo gran afluencia de seguidores de este, ya institucionalizado, Festival de Jazz y el Deportivo Comarcal, ayudó para que entre copa y copa, copla y copla, la velada se extendiera en la templanza llanera.
Al acabar las actuaciones de los grupos invitados, el DJ Javier Martín, Jazzaroma, puso la nota final al festival con su trabajo, pinchando funk, bossanova, samba…
Faltaba poco para que las luces de colores de los focos dejaran paso a la dorada luz del amanecer y acabara el II Festival de Jazz hasta la siguiente cita, dentro de un año...