“La monotonía de las montañas se fue incrementando rápidamente cuando íbamos avanzando. En unas cuantas horas pasamos estas alturas desde las que se podían ver pueblos con sus valles cultivados y luego desaparecieron incluso los áridos barrancos, con sus ruidosos torrentes corriendo por entre las rocas. Nosotros aún seguimos ascendiendo y por fin llegamos a la puerta de Zafarraya,
un espacio entre dos escarpadas montañas de desnudas rocas, desde las que, al darse uno la vuelta, la vista dominaba el laberinto de montañas que habíamos pasado, situadas por debajo como sillas de un anfiteatro y por debajo de ellas se extendía el Mediterráneo reluciendo como un lago planteado con un horizonte tan lejano hacia el sur que se confundía con éter y se perdía en la infinidad del firmamento. Paramos un momento para contemplar esta escena de trascendente majestuosidad y luego ¡Adelante! hacia la montaña sombría y sin senderos, camino de Alhama de Granada.”
Isabella Frances Romer (1842) ("Por los caminos del Poniente Granadino" Maria Antonia López-Burgos).
Cuando era una frondosa dehesa y los viajeros románticos, allá por los inicios de 1800, cruzaban el boquete venidos de Málaga con dirección Granada, Zafarraya y su peculiaridad eran mencionadas y admiradas fuera de nuestras fronteras.
A veces, los pobladores del Llano eran temidos ya que sus métodos de defensa no eran muy ortodoxos, pero ellos protegían sus tierras con pasión, amén de algunos trabucos.
La belleza de este entorno era motivo de enconados litigios y encuentros aciagos, que llegaron incluso a preocupar a la virtuosa corona, que no podía permitir que esta hermosura fuese de nadie más, por tanto, reclamó Zafarraya para sí. Incluso le cambió el nombre.
La Puebla de Zafarraya, antes de ser “villa independiente de otra alguna”, pertenecía a la audiencia territorial de Granada, al partido judicial de Alhama, a la diócesis de Málaga y a la vicaría de Vélez-Málaga. En estas circunstancias es lógico que con trabuco en mano y caracola en boca, se aprestaron para la defensa de la joya de la corona. Paso, entre Málaga y Granada, puerta natural desde tiempos de nuestros antepasados neandertales.
Estas, llamemoslas desavenencias, con Alhama y Vélez, perduraron durante años, muchos años. Pero no hay nada que el paso del tiempo no cure. Y lo que antes eran hostigamientos entre pueblos, y hay que reconocer que no eran muy dados a las reconciliaciones, ha dado lugar hoy al entendimiento, al hermanamiento y la convivencia.
Vélez-Málaga, Alhama y Zafarraya viven en la actualidad un romance, una historia de amor por una historia en común.
Este 2015 deja muchas vivencias para recordar y contar en los próximos 100 años. Historias de acercamiento, de colaboración, de proyectos en común y sobre todo de celebración.
200 años no son nada, o pueden ser muchos, depende de como se quieran vivir. Por eso los vecinos de Zafarraya estamos viviendo con intensidad este Bicentenario de nuestra municipalidad, del cual estamos ya en los últimos meses, pero trabajando con las misma ilusión de hace cuatro años para que quede constancia de esta gran efeméride.
La Asociación Cultural La Brecha quiere agradecer a Purificación Ruiz y a Andrés García Maldonado que haya puesto a nuestra disposición sus conocimientos de la historia, no muy lejana, de las relaciones borrascosas, entre los pueblos vecinos de Alhama, Vélez y Zafarraya. Agradecerles sus trabajos de investigación, para que la comarca tenga referencias suficientes para que la historia quede plasmada en nosotros a través de sus estudios.
Agradecemos que nos desvelen un trozo de historia, porque conociendo nuestro pasado, conocemos nuestro presente y podremos atisbar nuestro futuro.